EL SER ARQUITECTÓNICO: LA CRÍTICA DEL HABITAR


Alejandro Cárdenas | Jimena Balcázar


Ciudad de México





   
“El ser del hombre descansa en el habitar,
y descansa en el sentido del residir de los mortales en la tierra”

Martín Heidegger



    
    El concepto de habitar puede fácilmente reducirse a transitar, ocupar, simplemente existir. Cuando el estado natural de las cosas se simplifica a respirar el vacío, a estar encerrado entre cuatro paredes, el ser humano se abstrae del verdadero significado de habitar y cae en la inercia del existir. Solo desde el desarraigo podemos percibir con claridad la influencia del espacio en nuestra vida; cuando tenemos el tiempo suficiente para sentirnos sofocados por él. Heidegger advertía sobre esta fractura: no todas las construcciones son moradas, y el hombre no habita en todas las construcciones

Cuando el acto de habitar pierde significado, el ser humano queda atrapado en la rutina de existir sin arraigo. Pero es justamente en el desarraigo donde comprendemos la influencia del espacio en nuestra percepción. La arquitectura no es un telón de fondo estático; nos moldea, nos condiciona y, en muchos casos, nos transforma. Nosotros somos arquitectura y la arquitectura es nosotros. Su evolución refleja nuestra manera de estar en el mundo, así como nuestras aspiraciones y contradicciones.

Aquí es donde la crítica arquitectónica se vuelve esencial. No se trata solo de evaluar lo construido, sino de cuestionar los paradigmas que determinan cómo habitamos. A lo largo de la historia, la crítica ha sido el motor de ruptura: del Renacimiento, que redefinió la relación entre espacio y proporción, al Movimiento Moderno, que mecanizó la arquitectura y la despojó de su dimensión humana. Pero toda visión totalizadora encuentra su límite. El derrumbe de Pruitt-Igoe simbolizó el fracaso de una arquitectura que pretendía ser universal y exacta, demostrando que el habitar no puede reducirse a fórmulas rígidas.

La crítica y el dogma se encuentran en tensión constante. La primera nace de la incertidumbre y la necesidad de cuestionar; el segundo impone principios inamovibles. Mientras la crítica busca entender el habitar en su complejidad, el dogma lo adoctrina y lo simplifica. La arquitectura dogmática impone estructuras que, en su afán de control, ahogan la diversidad. En cambio, la crítica permanece abierta al tiempo, al contexto y a la subjetividad.

Mondrian afirmaba que la vida del hombre moderno debe ser abstracta. Quizás porque solo a través de la abstracción y el cuestionamiento constante podemos encontrar nuevas formas de habitar. Pero la arquitectura no puede ser solo arte ni solo ciencia; debe situarse en el umbral entre la racionalidad tecnológica y la sensibilidad estética. Su práctica debería conciliar ambas dimensiones, permitiendo que la razón y la poética se equilibren mutuamente.

La arquitectura no es solo la construcción de espacios; es la forma en que experimentamos el mundo. Más que una cuestión técnica, es un fenómeno que atraviesa lo geográfico, lo cultural, lo psicológico y lo filosófico. No habitamos solo edificios, sino significados. Si la arquitectura moldea nuestra manera de estar en el mundo, entonces cuestionarla es, en el fondo, cuestionarnos a nosotros mismos.

Habitar es más que ocupar un espacio: es dotarlo de significado en el tiempo. La arquitectura es lo que sobrevive al hombre, testigo de su paso fugaz por el mundo. Al cuestionar nuestra manera de habitar, también cuestionamos nuestra trascendencia y las ideas que edificamos. En última instancia, el ser arquitectónico crea para habitar y critica para entender su propio habitar. Son procesos inseparables, donde la fenomenología nos devuelve a la tierra y nos recuerda que la arquitectura no es un conjunto de respuestas, sino un universo de preguntas sobre el ser y su lugar en el mundo.







1 Martín Heidegger, Construir, habitar, pensar. Teoría 5-6 (1975)
2 Pau Pedragosa, La necesidad de una arquitectura crítica,2
3 Charles Jencks, The Language of Post-Modern Architecture
4 Banham, R. Teoría y diseño en la primera era de la máquina, p. 161
5 Heidegger, M. Gesamtausgabe. Band 5. Der Ursprung des Kunstwerkes. Vittorio Klostermann
GmbH. Frankfurt/M, p 66.



EXPERIMENTAL