TEATRO DE LAS SOMBRAS


Logroño, España

Quedan el hombre y su alma.
Vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.
- Jorge Luis Borges


    La ciudad, la plaza, la calle; lugares de figuras efímeras, de transeúntes proyectados a través de las paredes, aceras y pavimentos; es ahí donde sus sombras se pasean, danzando en profundas siluetas, difusas, casi irreconocibles.

Aquí donde la dualidad converge lo tangible de lo construido y lo intangible del tiempo, de aquellos claroscuros que se unen para contarnos las historias que se viven en el día a día, de la cotidianeidad de la vida y del pasar del tiempo; difuso, como una sombra que se desplaza a través de un velo, de un lienzo al que se le impregnan momentos, siluetas y sombras. He ahí donde sucede el verdadero teatro de las sombras, aquel que no tiene voz y que celebra la historia de lo que alguna vez fue y de lo que hay por contar, de aquellos momentos cotidianos que pasan desapercibidos.

El tiempo deja de ser una abstracción y se materializa en las formas que se despliegan ante nuestros ojos. El espectador, inmerso en la contemplación de estas proyecciones efímeras, siente cómo el tiempo se entreteje con la realidad tangible. Las sombras, cual espejismos, revelan la esencia de la vida cotidiana, desentrañando los hilos invisibles que conectan las vidas de la ciudad y de sus habitantes.

En el universo onírico del teatro de las sombras, el tiempo se vuelve un actor protagónico, tangible y maleable a voluntad de quien lo proyecta, siendo las figuras en la penumbra testigos mudos del devenir de la existencia, capturando momentos que, de otra manera, se desvanecerían en la bruma del olvido.