Andrés Henestrosa | Alejandro Cárdenas
Ciudad de México
El país es el paisaje, es la suma de todos sus paisajes; es mi paisano aquel que comparte conmigo el país, que disfruta conmigo del paisaje, que está hecho igual que yo lo estoy, por los efluvios del paisaje.
Mi alma es un resultado del paisaje que me circunda: me da forma, me modela, soy obra suya. Por eso se dijo que el paisaje es un estado de ánimo, de Dios y de su mejor creatura: el hombre. Quien pinta el paisaje, pinta el país, se pinta a sí mismo, se autorretrata. Por eso se puede decir con igual propiedad paisajista y paisista al que lo pinta.
La patria es la suma de sus paisajes, diversos, pero uno solo en el ánimo de lo que lo goza y lo con-templa. Viajar es cambiar de paisaje, cambiarle como dijo el poeta, de clima al corazón. Viajero, violentando un poco las letras, es lo mismo que paisajero: el que cambia de paisaje. Paraje no es más que una errata en el paisaje. Paraje es ese sitio en que nos detenemos para contemplar el contorno. Parador es ahí donde el paisaje nos detiene, nos inmoviliza, se apodera de nosotros.
¡Detente, momento, eres tan bello! Dijo el poeta y eso fue lo que hizo el artista. Y el fotógrafo ahora llamado Hugo Brehme detiene un momento el paisaje, lo aprisiona y lo convierte de pasajero en paisaje que era, en tiempo detenido, instante eterno.